Esta es la historia de Ebenezer Scrooge, no el de Charles Dickens, sino alguno de sus descendientes homónimos en el siglo XXI. A diferencia de su ancestro, él sí se encontraba entusiasmado por la celebración de Navidad, tanto que el 24 de diciembre abrió su oficina y recibió a todos los que lo visitaban con una enorme sonrisa y un afectuoso abrazo. Su empleado, Bob Cratchit, un descendiente del antiguo empleado administrativo que servía al antiguo Scrooge, se encontraba en su oficina contento por contar con un calentador portátil que mantenía su espacio acogedor. Sin duda que su patrón era el mejor por proveerle de tan necesitadas comodidades. Los villancicos no dejaban de sonar en sus labios, y era tal su fervor navideño que hasta un nacimiento puso en el centro de su negocio, repleto de figurillas y extensiones de luces.
En cierto momento entró a su oficina un varón como de veinticinco años, y el señor Scrooge lo recibió afablemente.
- ¡Feliz Navidad, tío!- Saludó el joven.
- ¡Feliz Navidad a ti también, querido sobrino! - Scrooge no sólo le dio un abrazo, sino que en su gran abnegación metió un fajo de billetes en el bolsillo del saco de su joven familiar sin que éste se diera cuenta.
- He venido para invitarte a mi boda. Se celebrará el día de mañana. Entiendo que es muy pronto, pero queríamos sorprenderte. Por cierto, ¿vendrás esta noche a cenar el pavo con nosotros? -
- ¡Por supuesto que cenaré hoy con ustedes! ¡Por supuesto! Y cuenta con que tu viejo tío pague todos los gastos de tu boda. Ustedes dos irán de luna de miel al país que deseen, en el hotel que deseen, y les voy a prestar mi avión privado. -
- ¡Muchas gracias tío! No hay persona en este mundo que tenga el espíritu navideño tan sellado en su corazón como tú! - Diciendo esto se dieron un abrazo, y el sobrino se retiró.
Horas después, unos hombres con uniforme de empleados del gobierno entraron a su oficina. Scrooge, como de costumbre, se puso de pie para saludarlos con un afectuoso abrazo.
- Venimos a despertar su compasión por los que menos tienen. Usted sabe, hay muchas cárceles, pero pocas visitas que conforten a los presos. Aunque hay sindicatos, queremos juntar despensas para las familias de los obreros de la ciudad en estas fechas, y por supuesto, deseamos empezar la recaudación de fondos para abrir un centro de rehabilitación para niños enfermos y huérfanos. -
- ¡Pero claro! Ahora mismo realizaré las transferencias a la cuenta de sus fondos, y cuenten con que sea el patrocinador para construir el centro de rehabilitación -
- No esperábamos menos de usted, Sr. Scrooge. Sabemos que es el alma más caritativa de la ciudad. Su altruismo sobrepasa el egoísmo de estos tiempos. -
- ¡Pasen feliz Navidad, caballeros! -
Cuando cayó la noche, Scrooge se dirigió a Bob Cratchit.
- ¿Qué harás esta noche, Bob? -
- Iré con mi familia a cenar, Sr. Scrooge. Pero antes, manejaré hasta el mirador del cerro, donde pueda contemplar el cielo estrellado, y admirarme del Niño que nació para darnos Salvación. Me encanta visitar ese lugar de noche para orar, meditar y adorar a Dios. -
- ¡Excelente, Cratchit! ¿Qué te parece si cerramos de una buena vez, y me permites acompañarte a la colina para admirarme de Dios también? -
Ese 24 de diciembre, Scrooge se admiró del Creador contemplando las estrellas. Después mandó que su chofer personal condujera a Cratchit hasta su casa, no sin antes ordenar que se comprara el pavo más grande para su familia. Después fue a cenar con su sobrino y su futura sobrina, así como con el resto de su familia. La convivencia fue cálida y amorosa, y el espíritu de la navidad se palpaba a cada centímetro. Ese día no hubo persona más feliz y dadivosa que el millonario empresario Ebenezer Scrooge.
UNA SEMANA DESPUÉS
El Sr. Scrooge se sienta en su oficina, malhumorado y fastidiado, a punto de iniciar su día de labores. La bandeja de su correo electrónico le muestra un mensaje de su sobrino, el cual le pedía que los ayudara con un poco de dinero porque su avión se había averiado a punto de iniciar el vuelo de regreso.
- ¡Bah! ¡Pamplinas! Que se arregle su vida él solo- Escupió el anciano. Y no hubo ayuda para su sobrino.
Horas después regresaron los empleados del gobierno para que el Sr. Scrooge firmara la autorización para la construcción del centro de rehabilitación.
- ¡Bah! ¡Pamplinas! -
- Pero Sr. Scrooge, usted prometió... -
- ¡No molesten! ¿Qué no hay cárceles? ¿Qué no hay sindicatos? ¡Que el gobierno se encargue! -
- Le rogamos que nos ayude, si no mucha gente quedará desamparada... -
- ¡Y de qué sirve ayudarlos! ¡Sólo se propicia que se incremente el excedente de población! -
Y no hubo ayuda para los proyectos de aquellos nobles varones.
Finalmente, Scrooge arremetió contra Bob Cratchit
- ¡Pamplinas, Cratchit! ¡No me vuelvas a invitar a ese cerro! Lo que se ve ahí no son más que estrellas muertas. No me vengas con tus cuentos -
Y ese día el pobre Bob Cratchit tuvo que quedarse a trabajar horas extras hasta que se apaciguaran los ánimos de su voluble amo.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué el cambio tan repentino? Sencillamente porque aquellas buenas acciones, y aquella gran adoración que Scrooge había declarado a Dios desde el cerro, ya no estaban enmarcadas por los villancicos, ni los cascabeles, o los pinos, o las luces, o los nacimientos, o los agradecimientos y abrazos, o la emoción momentánea de saber que se celebra una festividad conveniente para los negocios. Esto fue así porque Scrooge se basó en las luces pequeñas navideñas, pero no se arraigó en la Luz que ilumina al mundo no sólo en Navidad, sino en todo el año. Él se desanimó porque las centellas de los árboles de la Natividad se apagan o se queman, pero no consideró que la Luz de Cristo sigue iluminando con el poder de su inédito nacimiento, el cual trae vida y gozo del corazón por la eternidad.
Scrooge regresó a su humor ermitaño y avaro mientras el siguiente año comenzaba su rutina, y Dios ya preparaba a Marley para que anunciara la aventura en la que Scrooge tendría que participar, en el momento en que menos se imaginaba. A lo lejos, el pequño Tim, hijo de Cratchit, seguía gritando: ¡Dios nos bendiga a todos!
FIN
DFDarmijo